Con la incorporación de más de 50 agentes de la Policía Local,  la proporción actual en nuestra ciudad es de un miembro de seguridad cada 180 vecinos. No obstante este porcentaje, la impericia de quienes conducen el área aumenta a cada hora.

Y esto se manifiesta en la cantidad de hechos delictivos que se suceden, de los cuales los vecinos tomamos conocimiento por las denuncias públicas que realizan las victimas por medio generalmente de las redes sociales, ya que la prensa adicta al poder de turno y los organismos de Gobierno y Justicia que tienen que intervenir no informan nada al respecto.

Para documentar esta crónica, durante una semana recorrimos la ciudad, observando el accionar de las fuerzas del orden durante las noches. Y como consecuencia de ello, llegamos a la conclusión que definimos en el título de la nota.

De domingo a jueves se ve esporádicamente algún patrullero en la zona céntrica solamente hasta las 23 horas. En los barrios solo circulan los  delincuentes, así de clarito; quienes quieran hacer ese recorrido turístico, los asesoramos en forma gratuita.

Las noches de viernes y sábados, con las madrugadas de sus respectivos días posteriores, realizan movimientos solo para hacer creer que están por toda la ciudad, pero permanecen más quietos que el resto de la semana. Para esto colocan dos patrulleros en la puerta de la Comisaria en calle Alem con las balizas prendidas y así están por horas en el mismo lugar, como lo hacen en la zona de la confitería de Tormey y Helguera, circulando desde ahí por Paso hasta Alem. Pero en el horario de salida del boliche ya hace horas que se fueron a su sede.

La labor de la Policía Local no la podemos tomar en cuenta en la prevención del delito, ya que hasta el momento solo cumplen horario como una tarea administrativa, de 7 a 14 y de 14 a 22. Viernes y sábados cuatro agentes se quedan hasta la 1. Dos de ellos van desde su sede hasta la Plaza España, ida y vuelta dos cuadras. Y los otros caminan la Avenida de Mayo.

Realmente estamos en una situación extrema que demanda una actitud muy firme de quien tiene que tomar decisiones al respecto. Y ese es usted señor intendente, que está a punto de convertirse en cómplice de la inutilidad de su decretario de Seguridad. Como se dice popularmente barajar y dar de nuevo. O como diría su Presidente: volver a fojas cero.