Editorial

Ultimo acto de una obra dramática en Junín

Despliegue veloz de la infantería frente a las puertas del municipio cuando alguna marcha visibiliza los desaciertos de la gestión.
Despliegue veloz de la infantería frente a las puertas del municipio cuando alguna marcha visibiliza los desaciertos de la gestión.

Por Javier Orellano, corresponsal de NOVA en Junín

Cambiemos ha sido no más que un show mediático pergeñado por un grupo que llegó al poder para reacomodar los beneficios de sectores históricamente privilegiados, utilizando para ello un mensaje positivo que, a través de diversas estrategias comunicacionales, le permitió engañar a una mayoría que hoy no puede ocultar su frustración.

Con ello han causado un enorme daño a la política, una ciencia que merece mejor tratamiento que el que puede brindarles un conjunto de sátrapas, interesados precisamente en recaudar para ellos y para su corona, autoposicionándose en un pedestal construido en base al esfuerzo de los sectores más vulnerables.

Sectores que desde el inicio se ocuparon en denostar, estigmatizándolos y culpabilizándolos en grado sumo de ser los responsables de los daños históricos.

Y como ocurría en la legendaria Hamelin con los roedores, estos flautistas lograron con su música atraer voluntades hasta llevarlas al precipicio.

La mentira sólo puede ser alimentada con más mentira, hasta que en el tiempo se agota por sí misma.

No es posible vivir en la irrealidad durante demasiado tiempo, aunque esta lenta agonía haya sido sostenida a lo largo de casi tres años.

Y la visibilización de esta agonía ha comenzado ahora en medio de las ruinas que suponen un endeudamiento salvaje, malgastado en maniobras financieras orquestadas sospechosamente por los amigos del poder.

Y nos preguntamos cómo sigue la película de la que hemos sido simples espectadores, abonando una carísima entrada, mientras los protagonistas seguirán actuando aunque contrariamente cobrando altísimos dividendos.

Cómo seguir a nivel local, en este Junín huérfano de representantes, con un intendente administrador que se rige a través de decretos onerosos, que tienen el fin oculto de pagar viáticos que terminan siendo sueldos de funcionarios que –teóricamente- trabajan sólo por “la honra” (ad honorem).

Decretos que no se manifiestan en las autofotos egocéntricas en las que se envuelve el Lord Mayor.

Un administrador que pasa más tiempo rodeado de policías que de vecinos, teniendo en cuenta la custodia 24x24 en su vivienda y el despliegue veloz de la infantería frente a las puertas del municipio cuando alguna marcha pasa cerca para hacerle saber de los desaciertos propios y de sus superiores.

Acompañado de una mayoría de concejales que de modo casi servil le rinden pleitesía con el objetivo de obtener una mísera membresía, para pertenecer a una casta a la cual jamás pertenecerán –porque también son descartables- por más que intenten “bancar” el pisoteo de los derechos y el futuro de los vecinos.

Legisladores aplaudidores, socios políticos aduladores, acompañantes en busca de un hueso roído, completan el escenario donde hasta ahora se ha desarrollado esta obra dramática y siniestra, cuyo final aún queda abierto al morbo de quienes del otro lado del mostrador claman venganza.

Pero en el medio, como siempre, está la gente. Único sector que deberá pagar (otra vez y van) los gastos de la imprevisión y el despilfarro de quienes un día creyeron que ser político era de poderosos, cuando en verdad debiera ser un valor trascendente para quien espera poder cooperar con sus pares necesitados y no como ocurre en estos casos, regodearse de su condición, armando lo que parece ser un Club de Amigos, a los cuales la luz que estaba al final del túnel ya les resulta inalcanzable.

Comentarios