Justicia sin compromiso con la sociedad

Se repiten denuncias por presuntos intentos de abuso sexual y exhibicionismo con el mismo protagonista

El lugar de los hechos.
El lugar de los hechos.

Este sábado 3 de noviembre al mediodía se produjo otro hecho de las características que mencionamos en el título de este informe, que motivó una denuncia policial en la sede de la Comisaría de la Mujer-Superintendencia de Políticas de Género-División Coordinación Zonal Junín, ubicada en la esquina de Juan G. Muñoz e Yrigoyen de nuestra ciudad.

El sujeto en cuestión es un individuo conocido en la ciudad que circula por la zona de los semáforos de Bicentenario y Tres de Febrero – Tres de Febrero y Avenida 25 de Mayo - San Martín y Avenida Pellegrini- la estación terminal de ómnibus y la vera de las rutas 188 y 31 en dirección a Hunter, como los lugares más frecuentados, donde suele pedir a los conductores dinero para comprarse vino.

Estas situaciones han derivado en más de una ocasión en denuncias de mujeres que han sido objeto de agresiones de tipo sexual por parte de este individuo, con intentos de manoseos, mientras realiza exhibiciones obscenas.

La característica que más lo identifica es el uso de un casco de color blanco.

Este último hecho se desarrolló a las 12.30 horas del sábado 3 de noviembre en las inmediaciones de la intersección de las calles Mármol y Avenida 25 de Mayo, cuando una joven mujer descendía de su auto para dirigirse a un comercio cercano y fue abordada sin mediar palabra por este sujeto quien la toma de un antebrazo, mientras con la otra mano agitaba una petaca o envase similar. Ante la resistencia de la mujer, le aplica un golpe en su rostro que le produce un hematoma en la región malar derecha, lesión luego constatada en el Hospital municipal por la médica de guardia.

En ese momento y ante los gritos de la víctima, interviene un vecino en su defensa, quien se traba en una lucha con el individuo en cuestión que los agrede con la petaca que tenía en su mano. En esos instantes aciertan pasar por el lugar un par de agentes policiales de civil, que logran neutralizar el accionar del agresor.

Desde un local comercial ya se había llamado a la policía, que una vez que arribo al lugar dio intervención a la ayudantía fiscal, que en un par de horas dejó en libertad al agresor.

Y aquí se produce el principal cuestionamiento a la labor de la justicia, que no toma medidas para proteger a la sociedad del accionar de este sujeto, como tampoco ordena algún tratamiento que proteja a este individuo de sí mismo; es decir se desentiende del problema, devolviendo a la calle a este hombre sin ninguna contención, dejando librado a la suerte lo que pueda ocurrir en un nuevo hecho.

Porque en esta ocasión se trató de una mujer que pudo intentar defenderse y fue auxiliada afortunadamente por un vecino y por agentes policiales que casualmente pasaban por allí, pero Dios dirá que sucederá en futuras situaciones, que sin dudas se producirán.

Se da la paradoja que quienes resultan victimas de estas agresiones además de las secuelas emocionales posteriores, están entre 4 y 5 horas realizando tramites policiales y judiciales, mientras quien provoca este hecho desagradable, en un par de horas es dejado en libertad.

Entendemos sin ánimo de estigmatizar, palabra de moda, que el Estado, representado por la justicia debe actuar con la seriedad y madurez que sus cargos públicos ameritan, ordenando las medidas adecuadas que en primer término protejan a la sociedad, y luego provean de algún tratamiento médico a este hombre que evidencia un posible desequilibrio psicológico.

Ante la reiteración de hechos similares, debemos dejar de considerarlos como simples anécdotas populares. Es una opinión que lógicamente puede ser motivo de un debate que sume sensatas críticas que generen aportes para una solución justa para todos.

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