CAPITAL FEDERAL, Octubre 17.-(Por Mario Wainfeld ) Una convocatoria cuidada y masiva. La alianza entre la conducción de
Los muchachos de
Hugo Moyano se cuidó y produjo una movilización rotunda, bien expresiva de su capacidad de convocatoria. La tiene desde tiempos del menemismo y
La muchedumbre de laburantes expresa la representatividad del secretario general de
- - -
Especular sobre las ambiciones personales de un protagonista es atractivo aunque puede derrapar en el divague. El cronista se confiesa: no sabe qué sueña Moyano sobre su almohada, pero cualquier persona informada puede inferir que un gremialista astuto percibe sus límites. El electorado argentino viene siendo arisco para votar sindicalistas para cargos electivos, en especial los ejecutivos. Las encuestas corroboran esa tendencia, que reconoce excepciones en importantes municipios.
Hace un tiempo, el vicegobernador bonaerense Alberto Balestrini (actualmente reponiéndose de un accidente cerebrovascular) hizo “medir” a Moyano para mandatario en su provincia: los números fueron apabullantes, desalentadores.
Lo que persigue Moyano, más allá de eventuales fantasías de las que nadie está exento, se parece bastante a lo que extrovirtió en River: mayor presencia sindical en las listas de diputados y senadores. Más algo que no mentó: una candidatura a vicegobernador que no sería para él (por evidentes razones de rango) sino para un compañero de su confianza.
También ansía formar parte de la (ora metafórica, ora tangible) “mesa” en la que se tomen decisiones políticas del Frente para
- - -
Ricorsi de la historia: un vicegobernador gremialista sería una remake del esquema que rigió allá por el ’73, hasta en Buenos Aires. Son eras diferentes: las diferencias son siderales. Una no menor es que por entonces el gobernador representaba a la izquierda peronista. Hoy día, los prospectos candidateables del FpV expresan a un centroderecha que de momento acompaña al kirchnerismo pero que analiza pegar el salto, si pinta. El gobernador Daniel Scioli o el intendente Sergio Massa son los referentes más salientes de ese espectro, valga la expresión.
Antaño, el sindicalismo denostaba a la “herramienta electoral” con gran empeño, apenas menor al que aplicaba a ocupar el tercio de las listas. El olvidado 17 de octubre de 1983, pocos días antes de la elección que llevaría a Raúl Alfonsín a la presidencia, Lorenzo Miguel, “gran elector” de Italo Luder, fue abucheado a mansalva en la desbordada cancha de Vélez. La silbatina seguramente partió de grupos organizados, pero la adhesión fue total y lapidaria.
Fueron tiempos aciagos para los trabajadores y también, aunque en menor medida, para las organizaciones sindicales.
La creación de empleos, la continuidad de convenciones colectivas con subas de salario y mejora (también menos notoria) de condiciones laborales, signan la etapa kirchnerista. Moyano fue (a veces en paralelo con
- - -
Moyano es un pilar de la gobernabilidad kirchnerista. La conjunción de intereses tira más que una yunta de bueyes. La racionalidad instrumental sustenta la política democrática, es tan inexorable cuan válido que sea así.
En 2003 Moyano y Néstor Kirchner se desconfiaban. El dirigente camionero, que había acompañado a Eduardo Duhalde, apoyó la candidatura presidencial de Adolfo Rodríguez Saá. Le parecía más “peronista” que el patagónico, ancestrales recelos entre la izquierda peronista y el gremialismo nutrían la diferencia. Moyano le propuso a “Adolfo” que se aliara con Duhalde: el sanluiseño desconfió y perdió su oportunidad. Trascartón, analiza Moyano ante oídos confidentes, le tuvo temor al bonaerense. Kirchner, a su ver, no incurrió en ninguno de esos dos errores. Ahí comenzó a forjarse una relación pragmática, que incluye el respeto por el decisionismo del otro.
Desde luego, hay diferencias de rol tanto como ideológicas. Se sinceraron hasta en el acto del otro día, vivido con entusiasmo por Moyano, la presidenta Cristina Fernández y el diputado Kirchner. El titular de
La alianza continuará porque se necesitan y se potencian mutuamente. Un punto complejo para las perspectivas electorales es el carácter ambivalente de esas movilizaciones. Reflejan que el kirchnerismo supera con holgura a sus contrincantes en “la calle”, las plazas o los estadios. Refuerzan la mística, entonan a la fuerza propia. El impacto entre los convencidos es innegable, problemática su proyección hacia los “no convencidos”. El oficialismo es una primera minoría activa, orgánica y movilizada: sigue en cuestión ver si traduce su enjundia en el crecimiento electoral necesario para primar en el 2011. Repuntó desde su caída el año pasado: ese fuerte “rebote” es un logro que ningún otro gobierno consiguió desde 1983. La curva va hacia arriba, todavía no toca la mayoría imprescindible.
- - -
Paritarias continuas, Consejo del Empleo y del salario, supresión de la “ley Banelco” por una reforma laboral más protectora diseñan una senda institucional interesante. Sería óptimo profundizarla, fomentando la actividad permanente y no espasmódica del Consejo del salario y constituyendo un Consejo económico Social. El oficialismo rondó esa iniciativa que luego cajoneó, en parte por el clima borrascoso con las corporaciones empresarias, en parte por falta de voluntad política. Imaginar continuidad en alza respecto de esos hitos ponderables, con consenso o mejoras opositoras, suena absurdo en el actual contexto político.
De ahí que sea de nuevo el oficialismo el que propone un avance institucional: el proyecto de ley de participación en las ganancias empresarias, presentado por el diputado Héctor Recalde. Es un derecho consagrado en el artículo 14 bis de
Vaya un detalle interesente, no enunciado en estos días. La movilidad jubilatoria está reconocida en
El instituto se aplicó en
La experiencia comparada mundial prueba aplicaciones en Canadá, Suiza, Alemania y en varios países de la región: México, Chile, Perú, Ecuador y Venezuela. Las modalidades son variopintas y exceden el margen de esta nota. Algunas experiencias se supeditan a la negociación colectiva, fijan techos o pisos. En Venezuela existe un cálculo de ganancias mínimas presuntas para precaver pillerías patronales.
Es, pues, una institución con anclaje en la realidad y precedentes autóctonos y foráneos. Un detalle: no tiene raigambre en la tradición justicialista. Juan Domingo Perón desconfiaba, no se incluyó en la reforma constitucional de 1949. Sí se contempló en la notable Ley de Contrato de Trabajo de 1974.
El proyecto establece una instalación escalonada, supeditada a un mínimo de ganancias y para empresas relativamente grandes. Perfectible, desde luego, constituye un disparador para un salto de calidad en las relaciones entre trabajadores y capitalistas. La reacción de éstos ha sido furibunda: no pasarán. En el arco opositor, excepción hecha de algunos diputados del centroizquierda, el silencio huele a negativa.
Como destaca el laboralista Lucio Garzón Maceda, la participación obrera en las ganancias no difiere en esencia del bonus que suelen recibir CEO de grandes empresas: una sobreasignación anual sujeta a resultado. Es una herramienta capitalista, reformista, jamás socialista.
El encono patronal, seguramente, tiene que ver con la norma constitucional que, a la participación en las ganancias, añade “con control de la producción y participación en la conducción”. Lo dice
De poder se trata, de ese ingrediente de la democracia, despreciado en los análisis canónicos.
- - -
Permítase una digresión, tal vez solo aparente. Hace unos meses,
Pertenecer tiene sus privilegios, en los tribunales y en la fábrica. Mitigar esas diferencias es un objetivo ineludible, el proyecto de ley lo procura. Será un test acerca de la cultura política imperante, ojalá que derive en la conformación de una mayoría transversal y pluripartidaria. Difícil que el chancho chifle, pero habrá que esperar y ver.
De momento, la moción fue la bestia negra del coloquio de IDEA en cuyo altar comulgó, sumisa al establishment y sin discurso propio, la flor y nata del Grupo A.
Paradójico el apelativo del cónclave. Se llama “coloquio” a lo que es, si se tolera el oxímoron, un monólogo coral, huero de controversia o matices. En cuanto a las ideas, como cuadra a la “burguesía nacional”, refulgen por su ausencia.(Fuente: PAGINA 12)