Macri, despierte de la siesta

La otra Argentina

Entre Ríos, inundada. Macri, vaya y júntese con los pobres. No muerden. (Fotos: NOVA)
Entre Ríos, inundada. Macri, vaya y júntese con los pobres. No muerden. (Fotos: NOVA)

Por Mario Casalongue, Director de Rojas Ciudad y militante peronista

Me llamo Pedro, me llamo Juan, soy inundado del Paraná, tengo la piel color marrón, soy como barro de inundación.

Nadie me explica lo que pasó, pa´que explicar si pobre soy yo, y el agua sube sin preguntar, si soy el Pedro, si soy el Juan.

La letra antes mencionada corresponde a una canción compuesta por el compañero Piero, en los inicios de la democracia, cuando todo el Litoral argentino sufrió una de las peores inundaciones en la historia de nuestro país.

Acompañando a un colega y amigo a la ciudad entrerriana de Concordia, en la que recibió un premio a la mejor agencia de noticias de la provincia de Buenos Aires, pudimos observar los daños que originaron las abundantes crecidas del Paraná y las imparables lluvias entre los lugareños.

De ida, paramos en un carrito a comer unos choripanes y empanadas (no sabe lo rico y placentero que es morfar al costado de la ruta, presidente Macri. Usted que vive degustando exquisitos manjares de nombres estrafalarios acompañados con shushi, champán y caviar, canapés y masas finas, no sabe lo que se pierde).

La señora que nos atendió, amable ella como toda gente del interior, oriunda de Villa Paranacito, nos mostró cómo el agua se devoró su casa, sus cosas, sus animalitos, sus sueños, su vida entera. “Es la cuarta vez que tengo empezar de cero”, nos confesó con un dejo de tristeza.

Siguió lloviendo en el viaje a Concordia y continuó la lluvia de regreso a Buenos Aires. Las crecidas se llevaron hogares, escuelas, recuerdos, pertenencias, dejando el dolor y la desazón. Cosas que pasan.

Una alegría: un grupo de chicos de la ciudad bonaerense de Campana se apareció con sus autos para ayudar a una familia llena de nenes chiquitos que tuvo que ser evacuada con una canoa.

Llevaron víveres, dinero, ropa. No llamaron a la prensa, como hace usted, presidente Macri, para que los periodistas vean que se solidariza con los pobres. Llegaron y se fueron de manera anónima, sin hacer aspaviento.

Usted que dice haber leído a Perón, cosa que no creo en absoluto, haría bien en llegarse a esos lugares, embarrarse las patas, comer tortas fritas con los carenciados, pobres e inundados y abrazar con amor a esas criaturitas tan dulces con los mocos colgando, presidente Macri.

No se acostumbre a mirar el país desde un helicóptero. Présteles más atención a estas personas, que son los que van a decidir su futuro, por más que usted no intente decidir sobre el de ellos. O no quiera, quizás.

Mire que los helicópteros sirven para contemplar a los inundados desde arriba y fingir muecas de dolor, pero algunos inútiles los tuvieron que usar para salir rajando de la Casa Rosada.

Y no crea que soy golpista ni nada por el estilo. Soy realista. Y a pocos años de cumplir medio siglo, puedo escribir y decir lo que me dé la gana. Es algo que ni usted ni nadie podrá evitar.

Lo saludo atentamente, presidente Macri, y que Dios lo ayude, si es que usted se quiere dejar ayudar. 

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