Por Javier Orellano, corresponsal de NOVA en Junín

No hay plata para repavimentar la pista del Aeródromo, la que cumpliría un servicio esencial para toda la región, no sólo por cuestiones comerciales sino también sanitarias.

El Camino a la Laguna está en veremos, con parches para enfrentar la nueva temporada estival sin que se note tan dinamitado.

Las publicitadas obras del Cuadrante Noroeste avanzan a cuentagotas, tal vez ya detenidas.

De la pista de atletismo no se corta ni el pasto. La nueva terminal demandará mucha más plata y por ahí, para fin del año que viene arranca a funcionar. Al nuevo edificio del Centro de Monitoreo no le quedó ni el loro trabajando.

Los nuevos nomencladores de las calles, negros y más anchos, hicieron furor por la zona céntrica, justo donde ya todos conocen el nombre de las calles. Ni hablar de los refugios para futuros pasajeros de colectivos inexistentes, a pesar de los mil días de gestión cumplidos por Pablo Petrecca.

En paralelo, el juninense medio y común, el que labura cada día para pagar lo mínimo y en lo posible tratar de avanzar, ya no llega ni a mitad de mes: lo de fin de mes sería una verdadera utopía. Los precios en las góndolas en alza, la nafta inalcanzable, las tarifas de los servicios un dolor de cabeza.

Y menos hablar todavía de la gente que no tiene agua ni cloacas, que las calles donde viven se transforman en lodazales o en vez de paredes están rodeados por precarias chapas, sin que asome un plan de viviendas accesible para garantizar una vivienda digna. Para qué, si los que gobiernan –sea abogada exitosa o esposa con tres trabajos- pueden acceder a mansiones.

Y mientras, el intendente, en vez de sacar la cara por el bienestar de esa gente que le permitió ocupar un lugar de privilegio, publica selfies ‘bancando’ al Presidente, hombre que no sabe de necesidades.

En este marco de angustias, necesidades, cuadernos que contienen números casi pornográficos… ¿era necesario insistir con un show en tiempos de velorio? Léase: el Festival Cultura Campo.

Ese que se está haciendo en Junín, por tercera vez desde el inicio de este gobierno. Que mueve millones en gastos superficiales como el mismo ADN de Cambiemos.

Lo que se lleva

Con el pago de los artistas y distintos servicios (escenarios, técnica, baños químicos, grupos electrógenos, stands, ayudantes, etc.), se estima que esta puesta en escena en Junín costó la friolera de alrededor de 5 millones de pesos.

Sí. El gobierno de María Eugenia Vidal invirtió esta suma, aunque no quiera hacerse cargo de vacunas para garantizar la salud de los pibes o cierre escuelas como sucedió con Casa Huerta en Junín. Cinco millones de pesos para divertir un poco a la gente, a los que puedan llegarse hasta la Sociedad Rural, tal vez para olvidar las otras muchas penas que lo aquejan en el día a día.

No hay números a ciencia cierta, pero un cálculo aproximado arroja un gasto superior a los 4 millones de pesos, casi cercano a los 5 millones. Todo ese movimiento de gente y servicios, además del alojamiento por tres días del propio ministro y los muchos asesores con los que se mueve, hacen esta suma impresionante... innecesaria por donde se la mire en tiempos de crisis.

Y encima: no se contrata ni a un solo proveedor local, lo cual podría dejar algunos cuantos pesos en golpeados comerciantes de la ciudad.

Es que el circo está armado: no sólo los artistas de renombre le facturan mucho más a la Provincia. También cada pequeña cosita que se contrate cuesta más, porque el Estado pone condiciones y paga más tarde, entonces los precios se elevan.

No están mal los espectáculos y la cultura. En absoluto. Pero cuando se privilegian sobre otras necesidades elementales, mostrar semejante despliegue y derroche no puede ser tomado de otra manera que no sea como una burla en la cara.

“El show debe continuar”. Se lo tomaron a pecho.