43° aniversario de Abuelas de Plaza de Mayo

Trabajo de los alumnos de la Secundaria N° 5 por el Día Nacional del Derecho a la Identidad

La búsqueda sigue.
La búsqueda sigue.

En el Día Nacional del Derecho por la Identidad, 43° aniversario de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, alumnos de la Escuela Secundaria N° 5 presentaron un trabajo alusivo.

Se trata de una producción de los alumnos de 6°2° y 4°2°, junto a los profesores Yanina Piva Castañón y Facundo Mesere. Lo reproducimos a continuación:

43 años de una lucha que comenzó caminando buscando hijos, pariendo derechos, librando dolores…recuperando nietos y sigue...

Los 22 de octubre, los argentinos tenemos la oportunidad de conmemorar un nuevo día de reconocimiento y de lucha por un derecho que, en algún momento de la historia, nos fue negado y por lo que un grupo de valientes mujeres luchan aún por restaurar.

El 16 de diciembre de 2004 el Congreso de la Nación Argentina, homenajeando la lucha continua y sin descanso de las Abuelas de Plaza de Mayo, sancionó la ley 26.001 que instruye a esa jornada como el Día Nacional del Derecho por la Identidad.

Para esa fecha, allá por 1977, un grupo de 12 mujeres emprendió un camino de lucha por la aparición con vida de sus hijos y, al mismo tiempo, de sus nietos, secuestrados o nacidos en cautiverio en centros clandestinos de detención por la dictadura cívico-militar que rigió el gobierno de nuestro país desde 1976 hasta 1983.

Desde aquel momento y hasta el día de la fecha; las Abuelas de Plaza de Mayo, nombre que remite al lugar en donde se reunieron por primera vez y mantuvieron como sede a lo largo de todos estos años, han logrado restituir la identidad de más de 130 personas. Aún así y a 43 años de aquella primera marcha, este incansable grupo de mujeres continúa reclamando, luchando y marchando para restituirles la identidad poco más de 300 nietos más.

La búsqueda fue el motor de esperanza que aún hoy las mantiene de pie, pese a que muchas murieron sabiendo que sus hijos habían sido asesinados y otras sin encontrar a sus nietos.

Muchos han sido los logros: formulación de un método de identificación genético; sanción de leyes y normativas nacionales e internacionales de amparo a la niñez; múltiples avances en materia de abordajes psicoterapéuticos; mayor acompañamiento del Estado en la búsqueda; el juicio y castigo a los responsables del plan sistemático de apropiación de menores y reconocimiento a nivel mundial, entre tantos otros.

Hoy reconocemos que el derecho a la identidad tiene que ver con saber de dónde venimos pero no solamente con eso. La identidad es algo no inmutable que está siempre en constante cambio y transformación. Porque la manera en que nos identificamos en un determinado momento de la vida puede o no variar en función de nuevos contextos, intereses, gustos y maneras de pensar. La identidad, si bien parte de las circunstancias de nuestro nacimiento (lo que nos da una determinada filiación familiar, un nombre, una nacionalidad, una clase social o una cultura de origen, entre otras características) surge también de las decisiones personales que vamos tomando a lo largo de la vida. Se trata de una cualidad relacional de los individuos que cada uno va construyendo siempre en vínculo con otros. Por eso es importante no quedarnos atados a un concepto de identidad esencialista y cristalizado. Los derechos, se construyen, los vamos haciendo las personas en la calle, en las aulas, en la lucha, en el debate político, en la acción y el reconocimiento. Como las abuelas, muchos otros colectivos han ido logrando a lo largo de los últimos años ampliar nuestra noción de derechos. Otros muchos siguen todavía en disputa a la espera de ser incorporados. El reconocimiento y el respeto de las identidades políticas, étnicas, de género, sexuales, religiosas, nacionales, entre otras, también forman parte de lo que somos y constituyen la materia (siempre variable, cambiante, movediza) de aquello con lo que en el presente elegimos identificarnos. Que la transmisión de la historia de las Abuelas de Plaza de Mayo sirva entonces no sólo para reivindicar el derecho a conocer nuestro origen, sino también para aprender que la identidad es amplia y cambiante, y que en tanto sujetos, estamos rodeados de posibilidades de identificación que un Estado democrático, en sus diversas aristas debe garantizarnos. Por último, la experiencia de las abuelas debe enseñarnos, fundamentalmente, que no todos los derechos nos vienen dados. Es necesario desplegar de múltiples formas, con impulsos creativos, juntándonos con otros, disputando, insistiendo, persistiendo, convenciendo, visibilizando y haciendo política, que son las necesidades las que generan derechos. Y la mayoría de las veces, la única manera de parirlos tiene que ver con caminar, como las Madres y las Abuelas, el sendero de la organización social y la lucha colectiva.

Sumate al desafío “Manos con identidad”, escribí tu nombre en la palma de la mano y subí a las redes una foto o video. Llenemos las redes de manos que cuenten historias con identidad para quiénes todavía las tienen ocultas, se animen a contar su verdad.

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