Panorama político bonaerense

Acuerdo Cívico: El dolor de ya no ser

La decisión de Carrió complicó el escenario para el antikirchnerismo no peronista.
La decisión de Carrió complicó el escenario para el antikirchnerismo no peronista.

Por Martín López Lastra.

 

Uno de los grandes dilemas de la política actual, por donde deberían pasar las grandes prioridades sociales, es el de la relación de los referentes con sus estructuras. En términos de algunos autores de la sociología moderna, esto implica determinar si el referente condiciona a su estructura y, una vez creada, si puede ser condicionado por ella, incluso hasta el punto de abandonarla.  

 

Está en claro que Elisa Carrió apuesta a ingresar en la calificación de “referente estructurador” y también adaptador de organización y funcionamiento de los espacios que ha creado desde que se fue de la Alianza.

 

En la Provincia debió libar los sabores más amargos con desembarcos en su partido que sólo fueron utilizados de escalas para viajes a territorios más distantes.  La lista es ya larga, con Rafael Romá, hoy embajador; Mario Cafiero, hoy con su batalla contra la deuda externa; Graciela Ocaña, con extenso perído para desencantarse como funcionaria del kirchnerismo; socialistas como Ariel Basteiro y varios dirigentes y diputados que forman hoy el bloque de Solidaridad e Igualdad, entre tantos otros.

 

Está también muy en claro que Elisa Carrió es la “guardiana” del manual de estilo, custodiado bajo siete llaves, porque lo tiene muy dominado de memoria como para recriminar desviaciones de algunos de sus integrantes.   El crecimiento no transforma modos, sino que, en su criterio, los debe profundizar.    Los principios que enuncia son los rectores en cuanto a prácticas de construcción política.  Por eso muchos dirigentes esperan su palabra, para no correr riesgos de incurrir en contradicciones con su líder.

 

Es por eso que a quienes llevan unos años observando el fenómeno del ARI, luego transformado en Coalición Cívica, se les haya dibujado al menos una sonrisa, ante aquella versión que aludía a un posible y fuerte condicionamiento hacia Carrió de algunos dirigentes. Estos, la “forzarían” a romper con determinados socios del Acuerdo Cívico.

 

El diputado nacional Horacio Piemonte fue apuntado como protagonista de esa versión, que él mismo se encargó de aclarar que no tenía una interpretación taxativa.  La ex diputada chaqueña y hoy representante de los porteños es capaz de quedarse sola en su banca si los demás equivocaron su camino, para volver a construir de cero.  Pero nadie la condiciona.  No la condicionaron dirigentes que ofrecieron estructuras militantes poderosas, ni ahora con el discurso más estridente y mediático.   Ella sabe que es la portadora de un caudal pétreo de votos que sigue una postura definida de denuncia y que, en todo caso, los hombres pasan, pero su estructura queda.

 

Ahora, los distintos episodios de ruptura protagonizados por Carrió no se sabe si obedecen sólo a convicción o, a veces a especulación en los modos de construcción o una dosis de resentimiento. 

 

Tal duda surge, por caso, con los ex socios del partido Gen de Margarita Stolbizer, con quienes armaron un frente homogéneo en 2007 y el año pasado casi inquebrantable hasta que, el gobierno se encargó de dividir mediante una convocatoria al diálogo político que  unos consintieron y otros rechazaron.

 

Carrió, en ese sentido, siente –esto se interpreta de sus declaraciones- que ha hecho revivir a determinados partidos que estaban más para escribir su historia que su presente.  Aunque en el caso de Margarita Stolbizer, su resentimento es mayor, porque había sido generosa en el armado de listas en los últimos cuatro años, pero no tuvo el seguimiento que esperaba.  Los gestos de autonomía de la referente del Gen fueron sonaron a rebeldía.

 

También Carrió habrá soñado con una tapizada alfombra hacia un liderazgo indiscutible del Acuerdo Cívico, tendida por el consenso de quienes la vieran como una primum interpares.  Pero lo cierto es que el poder se gana y no se concede, más allá de las vías de su origen, esto es si fue mediante un esquema de frente o de votos propios.

 

En este contexto, aparecieron las confesiones que antes se reservaban por temor a que la grietas no evolucionaran hacia una demolición. 

 

Piemonte aprovechó para remarcar los límites de la construcción.  Ni un radical como socio del espacio, porque no eran lo suficientemente opositores al gobierno de Scioli y porque son demasiado dialoguistas y permisivos.  Hacía referencia a bloques dominados aún por estructuras no amigas de Ricardo Alfonsín, reciente ganador de las internas.

 

Algún argumento intentó aflorar en términos de época reciente, cuando varios dirigentes del radicalismo aceptaron las comodidades de despacho y gran cartel en estructuras gubernamentales.

 

Pero también es cierto que en el radicalismo en general, más allá de corrientes internas, es casi identitaria la oposición verbal y no factual. Y esto se vio a lo largo de lustros en que, salvo excepciones, la oposición quedaba registrada sólo como discurso en los diarios de sesiones.  “Finalmente vamos a apoyar esta propuesta del Ejecutivo, pero queremos advertir…”. Ese  era el mejor final de de la mayoría de las exposiciones de muchos hombres de Alem sentados en sus escaños. Y en lugar de oponerse a esa realidad que advertían, sólo la enunciaban por anticipado. 

 

Pero también es cierto que en la Coalición sabían con qué socios iban a construir.  Si bien es seguro que siempre se habló de privilegiar la conquista de bancas, muchas de las cuales se hubieran perdido con la dispersión (con cada partido por su lado en las elecciones), también es cierto que hay límites para seleccionar con qué socio se concurre a los comicios.   Si los radicales eran tan dialoguistas y permisivos –y lo cierto es que no dejaron de serlo-, entonces se fortalece la hipótesis de la especulación neta al haberlos incorporado al Acuerdo Cívico en los últimos comicios.

 

En el partido Gen, la realidad parece ser otra.  El desplante de quien debía ser considerada socia minoritaria, pudo más en el ánimo de la líder de la Coalición Cívica, que luego denotó una fuerte reacción en forma constante.  Muchos voceros “margaritos” esperan confiados aún en un desenlace positivo.  Incluso el día de la conferencia de prensa en la capital bonaerense anticipaban que “la sangre no llegaría al río”.  Pero por lo visto, la fisura ha sido importante que impide la reconstrucción.

 

La gran conclusión de este presente de ruptura es que, el Acuerdo Cívico, como tal nunca funcionó más allá de algunas semanas posteriores a los comicios del 2009.  Las fuerzas integrantes dejaron en claro que construirían sobre los espacios parlamentarios conquistados, pero no más que eso.  Nunca hubo un espacio de Acuerdo Cívico para defender, sino para recuperar.  Estaba presente en los deseos de algunos referentes, quienes, mientras tanto, ratificaban permanencia en los islotes parlamentarios de un archipiélago que dejó como herencia ese Acuerdo temporal y efímero.

 

Todo está relacionado con el armado nacional.  En medio del fenómeno del cisma, volvieron las usinas de rumores para señalar a Ricardo Alfonsín como eventual candidato a gobernador.  Algo que él obviamente resiste por creer que salió fortalecido tras su interna partidaria con el cobismo.  Justamente a los seguidores del vicepresidente le adjudican el origen de esas versiones.

 

Alfonsín en 2007 fue candidato en la Provincia, conquistando un siete por ciento del apoyo del electorado, con el economista Roberto Lavagna como candidato presidencial.  Por aquél entonces su figura no había adquirido la dimensión que hoy tiene. 

 

Por lo pronto, el espacio que generó el Acuerdo Cívico tiene hasta ahora como postulante al ex Gen y actual diputado de la Coalición, Juan Carlos Morán y, eventualmente, a Margarita Stolbizer, quien no ha ratificado tal postulación.

 

De la otra vereda, el empresario Francisco De Narváez se ilusiona con recuperarse sobre las ruinas del espacio ya destruido o fisurado. Aspira a beneficiarse con los efectos positivos traducidos en un crecimiento de intención de voto para su figura.  Esto, teniendo en cuenta que, la visión del antikirchnerismo sea más fuerte que otros criterios como alternativa. 

 

Para algunos, el panorama político bonaerense en general se ha alimentado de una tendencia caótica en la oposición. Para otros, se trata de una “sopa cósmica” de la cual, tal vez, nazca algún fenómeno positivo.

 

Pero, es importante poner en contexto la palabra de algún protagonista de esta realidad provincial.  El diputado Nacional Ricardo Alfonsín, ante una reciente pregunta sobre la necesidad de reconstruir el Acuerdo Cívico, señaló que se trataba de una prioridad.  Lo interpretó en la necesidad de reconstruir esa alternativa.

 

“De lo contrario –indicó-  el cambio o la alternativa puede venir desde la derecha”.

 

Fuente: NOVA

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