LA PLATA, Junio 07 (Por Martín López Lastra) “Estamos primeros en varios distritos del interior”, insisten voceros de
Ese congelamiento, entre los
En eso se explica la ausencia de Felipe Solá y todo vestigio de su estilo durante varios días, hasta que su figura apareció como un botiquín de urgencias en spots que muestran un discurso en soledad como si fuera divorciado de la dupla asociada Macri-De Narváez.
La otra preocupación del empresario colombiano es la cárcel de Marcos Paz, no precisamente por algún conflicto con la ley, sino porque en ese establecimiento alguien privado de su libertad le provoca más de un dolor de cabeza. Luis Abelardo Patti, de él se trata, le compite en el mismo rubro de las necesidades de combatir la inseguridad. El ex intendente de Escobar y ex comisario de la bonaerense cuenta con un núcleo duro de votantes que orilla los cinco puntos de intención de votos, aproximadamente la misma distancia que hoy separa al peronismo disidente del kirchnerismo. Pero además, con ese porcentaje puede llegar a pelear la designación de uno o dos diputados nacionales.
A De Narváez se le complica y mucho resolver ese dilema y máxime cuando, en un posible error político, admitió que por derecha le erosionaron caudal electoral. Ese mismo problema lo tuvo hace diez años el entonces candidato a gobernador Carlos Ruckauf, pero éste empleó otra estrategia: salió a competir palmo a palmo por ese voto duro con un discurso antigarantista y ultraclerical que le rindió dividendos frente a una fortalecida Alianza que preparaba un histórico arribo al poder provincial.
La indefinición de De Narváez hizo perder votos y plata, pero además el cuadro se completa con un virtual crecimiento de la oferta opositora no peronista como el Acuerdo Cívico y Social, que registra un crecimiento estratégico en el interior bonaerense. La calidad de "estratégico" responde no sólo porque allí se concentra más de un 30 por ciento del electorado, sino que también contiene a cinco de las ocho secciones electorales. Pero esas cinco secciones aportan cerca del 55 por ciento de la representación en ambas cámaras legislativas. Con lo cual, cada legislador cotizará su peso en oro para cada una de las tres fuerzas en pugna. Esto sin ignorar otras expresiones como la del Nuevo Encuentro de Martín Sabatella que también luchan por superar los pisos para colocar diputados provinciales en algunas secciones electorales.
La conquista de las bancas se ratifica como más seductora para la oposición que la conquista de votos, admitiendo, tal vez que el kirchnerismo puede festejar así gane por un voto de diferencia.
Ambos sectores tendrán sus razones para festejar. Si el kirchnerismo se alza con el triunfo pretenderá demostrar que tiene vida y que descontó diferencias en un partido al cual le queda un segundo tiempo tras cierta cuesta abajo tras el conflicto del campo. En ese cuadro, quedará sepultado todo tipo de liderazgo que pretenda aflorar sea por un nuevo y férreo disciplinamiento o porque quienes estaban llamados para hacerlo con inteligencia y coraje no se animaron.
La oposición del peronismo disidente si quisiera festejar, no debería perder por muchos puntos de ventaja. Esto si quiere, en su condición de proyecto incipiente lanzar sus cánticos de sirena hacia aquellos desencantado del kirchnerismo que quieran abandonar el barco. Deben además demostrar fehacientemente una cohesión que aparece demasiada artificial, coyuntural y por conveniencia. Por lo visto la tensión entre Solá y sus socios permanece aún mientras se avivan los fuegos de la campaña. Con ese análisis es muy difícil ver a los tres referentes dentro del mismo cuadro cuando el 28 de junio sea motivo de anécdotas periodísticas. Salvo que un triunfo apague penas y postergue diferencias.
Al escuchar los discursos de los últimos actos, el Acuerdo Cívico se pretende mostrar como el de menos ataduras a un eventual resultado adverso en una hipótesis de triunfo en una parte del territorio bonaerense. La pretensión es achicar ventajas en la representación que hoy tiene el oficialismo en ambas cámaras y equilibrar y condicionar los dos años que restan de la administración provincial.
En tanto, para el Gobierno bonaerense el día del comicio electoral parece ser apenas un accidente, aunque no una bisagra que divida etapas perfectamente diferenciadas entre el entusiasmo y el regreso a la gris rutina. Portavoces del oficialismo provincial desmienten que por el momento se preparen cambios en el gabinete provincial porque no habría motivos para ello. De esta manera salen al cruce de versiones que crecen día a día en pasillos políticos.
Bueno es recordar que hay ministros postulados a cargos electivos. Es el caso de la ministra de Infraestructura Cristina Álvarez Rodríguez en la clave primera sección electoral y Alejandro Arlía, con menos ambiciones, como candidato a concejal en su municipio de Brandsen, gobernado por un radical desde hace más de doce años. Ellos se encuentran en las mismas condiciones que Daniel Scioli. Al decir de las fuentes y como lo vienen señalando en reiteradas ocasiones "primero hay que esperar la voz de las urnas y luego quedará ese período en el cual definirán que es lo mejor que pueden hacer por la provincia"
La argumentación sobre los funcionarios ya se escuchó en repetidas ocasiones respecto de un gobernador que no la pasó muy bien en los estudios televisivos en la última semana. Sobre todo cuando un periodismo escéptico profundizó su pedido de pruebas sobre una definición cuando resulte electo para el Congreso. Scioli, está claro, no va a firmar nada ni ante las cámaras ni en una escribanía. Aún nadie le pregunta de forma capciosa cuales serán sus proyectos legislativos después del diez de diciembre.
Pero desde el sciolismo retrucan con energías el intento de esmerilar su imagen ante la candidatura testimonial. Reclaman tratar con la misma vara a los candidatos de
Más allá de los reproches, Scioli respira tranquilo. Puede volver al interior para hacer campaña como se había comprometido hace unas dos semanas. Su regreso a Lobería, donde conoció la hostilidad más cruda, no encontró esta vez agresores, quienes desistieron de reincidir ante una custodia para nada despreciable de la policía bonaerense.
Volvió así la rutina que más le gusta al mandatario, quien espera completar su derrotero de diez mil kilómetros, según dicen, recorriendo un centenar de distritos donde las encuestas, en muchos casos ubican al oficialismo tercero y, en algunas secciones, peleando por alcanzar el piso para legisladores provinciales.(Fuente: Agencia NOVA)