Por Martín López Lastra.
El teorema de la reiteración de los conflictos podría ser parte de una fantasía o una especie de paradigma respecto de gestiones provinciales. Salvo excepciones, febrero suele ser de transición muy traumática para la realidad bonaerense ante demandas salariales de distintos sectores de personal, comenzando por los docentes.
O la falta de previsión o la resignación a una política del “día a día” genera incertidumbre para maestros y padres de los más de cuatro millones y medio de alumnos que desean certificar si la normalidad en el dictado de clases será noticia ante una serie de anuncios sobre conflictos y reacciones tanto del gobierno como de los sectores gremiales.
La presión parece explicar algún adelanto, aunque no muy significativo, de las negociaciones provinciales frente a lo que después sería la coincidencia sobre el salario testigo inicial de 1740 pesos, que se incrementará en cien pesos en julio próximo.
Nuevamente entró en escena el director General de Educación, Mario Oporto, generando en sus interlocutores una frustración respecto de las expectativas. Tan sólo algunos incrementos en negro para nivelar el piso salarial y, por el momento, nada más que escuchar.
Cabe señalar que fue el propio Oporto quien fue la cara principal de un anuncio romper el aburrimiento y la desesperanza de muchos. Fue cuando se refirió a “un aumento significativo” en recientes declaraciones públicas. En realidad, el incremento conocido de la última oferta equivale a poco más del 8 por ciento para la escala salarial más baja, la del docente sin antigüedad. Y su dimensión va decreciendo a porcentajes ínfimos a medida que se llega a los niveles más altos, sea por antigüedad o por jerarquía.
Fuentes consultadas del oficialismo provincial aseguraron tener conciencia y, sobre todo optimismo, respecto de un consenso, aún ante la primera negativa obtenida en paritarias.
Dejaron muy en claro que el próximo esfuerzo será el de redistribuir la masa salarial adicional prevista para el aumento. No confirmaron, pero dejaron abierta una puerta de posibilidad de alguna incorporación mayor al básico para que no se achate la pirámide salarial. Pero la masa salarial se mantendría igual, con lo cual muchos esperan con ansiedad de que manera tal rediseño podría calmar las aguas.
Igualmente aparece siempre sobrevolando la famosa frase del ministro de Trabajo bonaerense, Oscar Cuartango, quien suele hacer docencia política cuando afirma entre colegas de gabinete y dirigentes que “el peor salario es el que no se puede pagar”. Extraído ese pensamiento de aquello que concibe como sentido común hace su propia presión hacia la dirigencia alertando la existencia de la brecha entre lo real y lo posible.
El primer rechazo de la oferta no sorprendió al oficialismo que, conocedores de lo ocurrido en años anteriores y en gestiones como las de Solá y Ruckauf, saben de lo difícil de concretar un acuerdo en la primera cita. Los voceros consultados hablan con la seguridad de tener una segunda carta ganadora pero no permiten apreciar por dónde vendrá la jugada.
Además de afirmar que para ellos siguen vigentes los descuentos por los paros realizados en 2009, creen que es una figura disuasiva para quien se disponga a realizar medidas de fuerza. No se sorprendieron con la reacción de dirigentes gremiales como el titular del Suteba, Roberto Baradel, pero también deslizaron que es propio de quien debe soportar la presión interna de una organización gremial que cuenta con muchos reclamos de un perfil combativo.
La semana que viene será definitiva para conocer si el inicio de clases será normal o contará con irregularidades por las decisiones de medidas de fuerza de la totalidad de los sindicatos que se sientan a discutir en paritarias.
Tío Alberto
Tras meses de demostración de fidelidad eterna, Daniel Scioli pareció sorprender nuevamente con ciertos acercamientos no recomendados desde
No pareció muy oportuna una audiencia, o un anuncio de ella –más allá de la religiosa transparencia del sciolismo- cuando habían transcurrido apenas 48 horas de un encuentro bilateral con el intendente de
No obstante, desde el sciolismo, señalan que no hay inconvenientes en que reciban a un funcionario con quien Scioli, en su calidad de vicepresidente, convivió cuatro años con el entonces jefe de Gabinete nacional. Los mismos argumentos deberían servir con respecto al año en que Scioli fue secretario de Turismo de
“Alberto suele aprovechar su situación de hacer política desde el llano, y sin depender de presiones se ubica en una visión crítica del oficialismo”, confiesa algún funcionario provincial cuya identidad prefiere mantener en reserva.
Sin embargo, los oficialistas nacionales de paladar negro suelen mantener sus disidencias con el ex funcionario nacional y ya hace rato que lo ubican como otro que, junto con su gente, alimentó la diáspora del kirchnerismo. Es para ellos, un peronista disidente a secas.
Los conflictos y los ruidos se generan a poco tiempo de dos actos importantes para el futuro de la política y del peronismo. Porque Alberto estará seguramente en el acto de Bruera del próximo 26 y porque Scioli asistiría al acto del próximo 24 donde se espera la presencia del ex presidente y actual diputado, Néstor Kirchner.
Los próximos meses que quedan hasta la campaña no admitirán tibiezas, ni equivocaciones, ni imprudencias. Comienzan las definiciones y no habrá lugar para arrepentimientos.
Y eso bien lo sabe el sciolismo, que se arrepintió de una aventura diferente del oficialismo nacional y pagó algún costo político importante por ello.
Fuente: Agencia NOVA