En estas fiestas ha quedado en evidencia que hablamos mucho y no hacemos nada o, en el peor de los casos, hacemos todo lo contrario a lo que decimos.
Más allá de la actuación de las autoridades y las leyes vigentes sobre ambos temas; venta de pirotecnia y alcohol, la primera responsabilidad sigue pasando por nosotros las familias, y luego por el control del Estado.
Con la pirotecnia hubo algunos operativos el lunes por la tarde en comercios céntricos que a pesar de la prohibición estaban vendiendo estos productos que, por lo visto luego, no alcanzó para reducir su utilización. Y no vamos aquí a reiterar los daños que causan en personas y animales, puesto que, por estos tiempos, esto es bien sabido por toda la comunidad.
Y con el alcohol, la venta a menores y en cualquier horario estuvo a la vista de todos. Bastaba recorrer supermercados o kioscos en la tardecita del lunes 24 para comprobarlo. Un claro ejemplo del descontrol se podía observar luego de pasada la medianoche, con la cantidad de comercios que abrieron sus puertas casi exclusivamente para vender bebidas alcohólicas durante la madrugada.
Seguimos viviendo al borde de la tragedia, no registramos siquiera, algunos hechos que tienen que ver con este contexto, como el sucedido el pasado fin de semana entre dos menores.
Podríamos describir innumerables situaciones que, repetimos están a la vista de todos, en especial los sábados y domingos a la madrugada y al amanecer, que cualquier vecino puede observar, por ejemplo en el trayecto de la Avenida 25 de Mayo con jóvenes que no pueden sostenerse en pie y vehículos conducidos por quienes no estarían en condiciones de hacerlo por la ingesta de alcohol.
Con esto no hacemos otra cosa que reflejar la preocupante realidad que como medio de prensa es nuestra tarea hacer, no buscamos ni perseguimos otro fin que este, sin hipocresías y sin creernos los dueños de la verdad.