Tres años sin el hombre que hizo historia, que marco un rumbo para la Nación Argentina.
Fue un líder indiscutido desde el día que pronuncio su primer discurso, a los 17 años, en su Chascomús natal. Fue y es respetado también por los mandatarios del mundo, porque no sólo restableció la tranquilidad, la calma, y eliminó el temor de la vida cotidiana de los ciudadanos argentinos, sino que además repuso a nuestro país en el centro del mundo democrático en un momento en que aún no había muchas democracias en la región.
No actuó como una persona que debe tener cuidado cuando se sabe rodeado de países que pueden crear problemas; todo lo contrario: actuó con energía en defensa de la democracia y los derechos humanos.
En 1982, ante la guerra de Malvinas, asesorado por un grupo de intelectuales como Jorge Roulet, Dante Caputo y Jorge Sábato, fue uno de los pocos políticos que se opuso a la acción militar en las Islas, porque sostenía que la finalidad de la misma era lograr el fortalecimiento de la dictadura. Exigió al gobierno militar que proveyera información verídica sobre la marcha del conflicto.
Promovió la caída de la Junta de Comandantes encabezada por Galtieri. Ante la derrota en Malvinas, y la inminente asunción de un nuevo gobierno constitucional, el régimen en retirada da a conocer en abril de 1983 un informe denominado "documento final de la Junta Militar sobre la guerra contra la subversión y el terrorismo", en el que se convalidaba una versión justificadora de su propio accionar.
La expresión partidaria que clarifico su posición rápidamente de repudio fue la de la Unión Cívica Radical, en la voz de Alfonsín.
Luego, una estrategia similar se reitera con la posterior "Ley de Pacificación", difundida poco antes de las elecciones: la rápida condena y promesa de derogación, que cumplió ni bien asumió su mandato, lo hizo a Raúl aparecer como el candidato menos dispuesto a negociar con el régimen militar; e instala definitivamente en su discurso de campaña el acuciante tema de la violación de los derechos humanos.
Ya Presidente, Alfonsín cumple con su compromiso de reclamo por los desaparecidos, y con la búsqueda de justicia para los responsables del horror. Conforma la CONADEP, una comisión investigadora integrada por personas valientes y comprometidas con el desafío de llegar hasta las profundidades de un abismo habitado por responsables monstruosos de tal tragedia y genocidio. Comienza paralelamente el Juicio a las Juntas Militares, que fue y es ejemplo en el mundo, dado que por primera vez un tribunal civil juzgaba a las cúpulas militares.
Debemos recordar también que fue Alfonsín quien abrió el camino a la integración de Latinoamérica, fundando el Grupo de Cartagena y el Grupo Contadora (luego Grupo de los Ocho).Es por ello la eterna gratitud de los países que conformaron con posterioridad el Mercosur.
La presidencia de Alfonsín nos dejó tres grandes legados: El primero fue que se enterraba formalmente una etapa dramática de nuestro país, el segundo, la reposición del estado de derecho, y el tercero, fue una enseñanza central: un estilo de hacer política, un estilo de acercar a las partes, porque fue un severo cultor de la búsqueda de consensos por sobre la imposición. Y buscó siempre la afirmación del dialogo como contrapartida de la intolerancia.
Esto es historia, claro, pero una historia que en su génesis tuvo un gran hacedor como el Presidente Raúl Alfonsín; un ser humano formidable, inteligente, sagaz, decente, honesto, austero y cálido.
Un hombre de una conducta personal intachable, con honradez intelectual y material. Murió en la misma casa donde siempre vivió, antes de ser Presidente. Mis máximos respetos, Dr. Raúl Alfonsín.
(*) Concejal mandato cumplido (UCR)