Opinión

La motivación en el aprendizaje

Hace unos años, me convocaron para hablar en una jornada, sobre “Adaptaciones curriculares”. ¿A qué se referían con esto? A las modificaciones, que se le realizan a una actividad pedagógica, en función de las dificultades que, un niño o adolescente, presenta. Algo muy utilizado en las “integraciones escolares”: ¿qué son las mismas?: hay instituciones comunes, adonde asisten alumnos con dificultades. Los mismos trabajan con un docente de apoyo (integrador), generalmente éste brinda contención y ayuda, sólo a un niño, en particular.

Aunque, a veces en el mismo aula, suele haber más de un alumno con el mismo docente, además de la maestra que está frente al curso. El “integrador”, lo que debe hacer es, adaptar las actividades: si el alumno presenta dificultades motoras, por ejemplo, verá cómo reorganiza la tarea dada para el curso, intentando que el “integrado”, pueda seguir el hilo de clase, como el resto de los niños.

Cuando me propusieron el tema, pensé: es algo más que esto, una adaptación curricular, ¿qué implica adaptar o adaptarse?…ahí recordé, como seguramente muchos lo harán, el concepto de adaptación que da el gran pedagogo francés Jean Piaget: definiéndola como el equilibrio entre la asimilación y la acomodación, en el proceso de enseñanza- aprendizaje. Piaget va a decir que, la asimilación es el proceso que realiza el sujeto, adaptando el objeto de conocimiento, a sus propios esquemas. Es esto, lo que permite el desarrollo de la creatividad, por ejemplo. Aunque, una excesiva asimilación, es decir lo que él va a denominar una hiperasimilación, puede generar una alucinación (en un proceso psicótico), es decir es un caso extremo de adaptación de la realidad que hace un sujeto.

La acomodación, en cambio, es la adaptación del sujeto al esquema del objeto, una cuota adecuada nos permite, adaptarnos a las reglas del aprendizaje escolar, por ejemplo, ”tolerar” que el conocimiento adecuado de  las letras, implica el aprendizaje de un conjunto de reglas ortográficas. Pero, un exceso de acomodación va a significar, lo que se denomina un sujeto hiperacomodativo, son aquellos que nunca cuestionan una orden, por más absurda que ésta sea,  se remiten al aprendizaje memorístico, a la copia. Y, posiblemente encuentren o, se rodeen de personas que abusen de ellos, en los casos más extremos.

Por lo que, concluí, en ese momento, que debía plantear el tema, no sólo de la adaptación, como la modificación de una actividad pedagógica. Sino, de algo aún más nodal, como resulta para mí, trabajar sobre la motivación. Y como docente, poder pensar en algún momento, al alumno en su individualidad, como un sujeto particular que tiene intereses propios y diferentes a los del maestro o profesor, a los de su familia, ó bien, a los de sus compañeros. Y esbocé esa presentación, con un relato, de lo que ha sido un “fundamento”, digamos, a gran parte de mi vocación: mi primera carrera de grado que, es licenciada en psicopedagogía. El mismo, hace referencia a la peor pedagoga que tuve, en la escuela primaria. A quien le dediqué estas letras, sin ningún rencor, sino inspirada y sublimando aquellos años, a partir de, nada más, ni nada menos que, la palabra:

“…Pensaba más cosas que la señorita Adela, soñaba más cosas que la señorita Adela. Ella quería que aprendiera a estar quieta, sentada en silencio, escuchándola…Pero ¿por qué iba a escucharla, si ella no podía escucharme a mí? ¿Por qué quería que aprendiera a sumar y a restar, si era algo que ya sabía? …A mí me habían dicho que la escuela era un lugar para aprender, y quería aprender, pero no, algo que ya sabía…Me interesaba el espacio, ese era mi tema,…quería saber si, construyendo una escalera alta y sólida podía llegar al cielo…Una vez, mi abuelo me había leído un cuento, de un niño que subía a buscar una estrella para su madre…Y fue a partir de ahí que el cielo empezó a ser “mi trabajo de tesis infantil”, por lo que aprendí a sumar y a restar nubes, lunas, estrellas, soles…pero esto fue mucho antes de conocer a la señorita Adela…*”

(* Cabe aclarar que el nombre es de fantasía, aunque el hecho es real. El mismo tiene sólo un objetivo descriptivo, no pretendo a esta altura, después de tantos años, herir susceptibilidades)

 

Lic. María Cecilia Doval.-

Psicóloga/

Psicopedagoga.

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